El Acapulco del huracán Otis: de paraíso a purgatorio tropical.

 

HB Deportes

 

Por: Héctor Briseño.

 

Acapulco, Gro., 31 de octubre. Las madrugadas de la primera semana tras el paso del huracán Otis transcurrieron en Acapulco bajo vistosas tormentas eléctricas y escasa lluvia.

El cielo nublado regaló noches claras, de luna llena, adornada de relámpagos y destellos de vistosas luces al estilo de los centros nocturnos que dieron vida al Acapulco de los 70 y 80, ahora en un entorno de silencio y dolor provocado por los vientos de Otis.

Si alguien pensó que un fenómeno de esta magnitud representaba un renacimiento para el puerto, habrá que agregar que aún falta transitar el purgatorio.

 

 

Purgatorio tropical.

En la avenida Costera Miguel Alemán, icónica vía que dio fama al puerto de Acapulco durante décadas, se observa a decenas de trabajadores colocar tapias y maderos en el frente de numerosos negocios, la mayoría fueron saqueados o destruidos.

En lo que fue Galerías Diana, ahora en ruinas, tras desprenderse parte de su estructura superior, la cual albergaba ocho salas de Cinépolis hasta antes de la semana pasada, se lee una lona colocada por directivos de Burger King, mediante la cual se pide a los trabajadores reportarse para conocer su estado de salud y cita algunos números telefónicos.

En el restaurante y tienda Sanborns Calinda, enclavado en plena zona Dorada, fueron colocadas dos lonas visibles desde la Costera: “Negocio saqueado. Los trabajadores de este negocio necesitamos reconstruir nuestra fuente de empleo.”

En una más se lee: “No tuvimos ayuda de las autoridades municipales, estatales y federales”.

 

 

 

El huracán colapsó los escasos fulgores de la actividad económica y turística de Acapulco.

Trabajadores de la tienda Mega Soriana, que da la bienvenida en avenida Farallón a los turistas que arriban a Acapulco vía terrestre, colocaron madera de triplay en todo su frente.

“La tienda cierra de manera definitiva, esto pasa por meterse a saquear”, manifestó un hombre que se identificó como el gerente, quien recalcó tajante que serán suspendidos poco más de un centenar de puestos de trabajo.

Idéntico panorama luce en el Soriana Costera, destruido por el viento.

Trabajadores recubren con madera el frente de una tienda de motocicletas ubicada a unos metros de la glorieta de la Diana,

Salvo un Oxxo frente al Centro Internacional Acapulco, que ofrece cerveza fría y cigarros sueltos, entre otros productos.

 

 

No existe la prestación de ningún servicio, las personas caminan en busca de algún contingente del Ejército Mexicano o Marina para llenar sus garrafones con agua, recibir comida o una despensa, como ocurre frente al hotel Elcano.

En ambos costados de la Costera se han acumulado no solo escombro y ramas de los casi 400 árboles que fueron derribados por los vientos de Otis, ahora se suman bolsas de basura y desperdicios dispersos, mientras personas caminan entre polvo, ramas y desechos.

Un testimonio señala que los saqueos a comercios de la Costera comenzaron desde las 4 de la mañana del 25 de octubre, dos horas después del impacto fatal de Otis, y que incluso pareció una acción coordinada, pues la rapiña fue generalizada: grupos de personas amenazaron a guardias de seguridad de los comercios, como ocurrió en el Aurrera Costera.

En el mercado de artesanías de la Diana los comerciantes colocaron especies de barricadas como medida de seguridad.

En la Condesa algunos trabajadores intentan hacer limpieza.

Los sitios para recargar teléfonos se han reducido y los lugares que antes proporcionaban internet han cerrado.

Por ahora, los destellos y noches de luces vendrán solamente del cielo, pues Acapulco está colapsado y rebasado.

 

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