Sarajevo 84, más heridas que rastros de solidaridad olímpica.

 

Historias Olímpicas.

 

Por: Bernandino Hernández.

HB Deportes

 

Bosnia Herzegovina., (08/ago/2016).

El recelo existe entre los propios pobladores de Bosnia Herzegovina.

Es un país que vivió una guerra entre 1992 y 1995 que les dejó mucho dolor.

Una característica es la presencia de museos, pero al caminar entre las calles de Sarajevo, su capital, se siente la herida abierta, sangrando.

La gente se mira indiferente entre sí.

Hay una flecha en la plaza central que divide la ciudad de los pobladores musulmanes con aquellos que no lo son. Es común encontrar mezquitas a las que solamente ellos pueden entrar.

 

 

En Bosnia aún se palpa una situación complicada que dejó la guerra, la cual provocó miles de muertos y desplazados.

A todas luces se palpa como una ciudad con cultura amplia y diversa, pero con muchas llagas que no dejan a sus habitantes vivir en plena paz.

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Sarajevo fue escenario de los Juegos Olímpicos de invierno en 1984, del 8 al 19 de febrero.

 

 

 

Fue la primera ocasión que un país del bloque socialista (Yugoslavia), organizaba la justa olímpica invernal, que contó con sedes urbanas y en las montañas.

Participaron mil 272 atletas de 49 países en 39 eventos.

 

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Ahora, en sus inmediaciones solamente vive la nostalgia de lo que un día fue la solidaridad olímpica.

Entre pinos verdes, escenarios de otro tipo de batallas, deportivas y no de balas, se nos aparecen los escenarios como culto al recuerdo, pero también al olvido, del aire de paz y armonía que alguna vez se respiró aquí, en lo que alguna vez fue el complejo del esquí alpino.

 

 

 

Sarajevo 84 es recordado por sus coloridos escenarios, de una atmósfera que irradiaba el famoso espíritu olímpico a través de la televisión de los ochenta que estaba más fuerte que nunca.

La actuación onírica de los patinadores británicos Jayne Torvill y Christopher Dean quedó grabada en la historia como la actuación perfecta al compás del Bolero de Ravel ataviados de colores lila sobre la pista de hielo como si las relaciones entre los seres humanos fueran perfectas.

 

 

Pero a la distancia, en lo que parece una ironía ante la ejecución casi perfecta de los patinadores británicos, son los recuerdos de los horrores los que prevalecen y pasean en silencio en la ex- -Yugoslavia, ahora Bosnia Herzegovina.